Pese a una lluvia torrencial, una multitud fue a venerar a la Virgen de Guadalupe

Eran cuadras y cuadras de creyentes. Muchos fueron a agradecer, pero también a pedir: la crisis se hizo notar.

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Había en los alrededores de la Basílica “Nuestra Señora de Guadalupe” una invasión de paraguas y pilotos impermeables. Los chicos de las juventudes religiosas trataban de acomodar con sogas y como podían esa masa humana de fe, que se iba acercando -por la vereda de calle Javier de la Rosa- lentamente hasta el templo. Había ancianos acompañados por sus hijos, familias enteras compartiendo el mate bajo la lluvia incesante, y jóvenes, muchos jóvenes.