Audiencia general: es necesario predicar el evangelio con valentía y libertad

Durante su catequesis en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco destacó el legado de los santos Cirilo y Metodio, apóstoles de los eslavos.

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“Una persona es libre cuanto más valiente es, sin dejarse encadenar por tantas cosas que le quitan la libertad”, dijo el Papa Francisco este miércoles 25 de octubre, durante la audiencia general celebrada en la Plaza de San Pedro. Continuando con el ciclo de catequesis sobre el celo apostólico, abordó hoy el testimonio de dos hermanos muy ilustres en el Oriente cristiano, hasta el punto de ser llamados "apóstoles de los eslavos": los santos Cirilo y Metodio.

"Nacidos en Grecia en el siglo IX, en el seno de una familia aristocrática -recordó-, renunciaron a su carrera política para dedicarse a la vida monástica. Pero su sueño de una existencia retirada duró poco. Fueron enviados como misioneros a la Gran Moravia, que en aquella época comprendía diversos pueblos, ya evangelizados en parte, pero entre los que sobrevivían muchas costumbres y tradiciones paganas".

Cirilo y Metodio estudiaron a fondo la cultura de aquellos pueblos y comprendieron que, para un verdadero encuentro con el Evangelio, era necesario dotar a su lengua de un alfabeto, que les permitiera traducir la Biblia y los textos litúrgicos, lo cual terminó siendo un gran ejemplo de inculturación de la fe.

"Piensen -subrayó Francisco- en dos monjes griegos dando un alfabeto a los eslavos. Fue esta apertura de corazón la que arraigó el Evangelio entre ellos".

No faltó la oposición de algunos latinos, que se veían despojados del monopolio de la predicación entre los eslavos. "Su objeción es religiosa", comentó el pontífice, "pero sólo en apariencia: Dios puede ser alabado", decían, "sólo en las tres lenguas escritas en la cruz: hebreo, griego y latín". Pero Cirilo responde con contundencia: Dios quiere que cada pueblo le alabe en su propia lengua.

Junto con su hermano Metodio, recurrió al Papa, y éste aprobó sus textos litúrgicos en lengua eslava, los hizo colocar en el altar de la iglesia de Santa María la Mayor y cantó con ellos las alabanzas al Señor según esos libros".

Contemplando el testimonio de estos dos evangelizadores, a los que san Juan Pablo II quiso como copatronos de Europa, Francisco invitó a reflexionar sobre "tres aspectos importantes".

"En primer lugar, la unidad: los griegos, el Papa, los eslavos. En aquel entonces había en Europa un cristianismo indiviso, que colaboraba para evangelizar". Después, "la inculturación: evangelización y cultura están estrechamente ligadas. Y un último aspecto es también la libertad.

"Me gusta señalar -continuó Francisco- cómo el Papa, en aquellas circunstancias, estuvo del lado de la libertad evangélica, apoyando a aquellos valientes misioneros". El ministerio petrino se muestra aquí al servicio de un Evangelio que no acepta ser blindado, sino que se abre al futuro de Dios: que valora lo que el Espíritu ya ha sembrado y no se identifica con las formas del pasado. Dios es libre y liberador".

"Hermanos y hermanas", concluyó el Papa, "pidamos a los santos Cirilo y Metodio, apóstoles de los eslavos, que sean instrumentos de 'libertad en la caridad' para los demás".

FUENTE: aica.org