El Papa Francisco advirtió hoy en Luxemburgo sobre los conflictos provocados por el "nacionalismo exasperado" y las "ideologías perniciosas", evocando las lecciones de la Segunda Guerra Mundial.
"Luxemburgo puede mostrar a todos las ventajas de la paz frente a los horrores de la guerra, de la integración y la promoción de los inmigrantes frente a su segregación; los beneficios de la cooperación entre naciones frente a las consecuencias nocivas del endurecimiento de posiciones y de la búsqueda egoísta y miope, o incluso violenta, de los propios intereses", afirmó en el primer discurso de su viaje de ocho horas al pequeño país europeo.
El Papa fue recibido en el exterior del 'Cercle Cité' por el primer ministro de Luxemburgo, Luc Frieden, y la alcaldesa de la ciudad, Lydie Polfer; Los Grandes Duques recibieron al pontífice en la entrada principal del edificio.
En un encuentro con autoridades políticas y representantes de la sociedad civil, en el Círculo Cité, Francisco mostró "gran alegría" por su visita al Gran Ducado de Luxemburgo, la primera de un pontífice desde 1985.
Tras el discurso introductorio de Luc Frieden, Francisco destacó que Luxemburgo alberga "numerosas instituciones europeas", en particular el Tribunal de Justicia de la Unión, el Tribunal de Cuentas y el Banco de Inversiones.
"La sólida estructura democrática de su país, que valora la dignidad de la persona humana y la defensa de sus libertades fundamentales, es la condición indispensable para un papel tan significativo en el contexto continental", señaló.
Las lecciones de la Segunda Guerra Mundial
En su intervención habló del lugar del país en "los acontecimientos históricos más importantes de Europa", recordando las invasiones del siglo XX y su papel como fundador de la actual Unión Europea.
"Aprendiendo de su historia, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, su país se distinguió por su compromiso en la construcción de una Europa unida y solidaria, en la que cada país, grande o pequeño, desempeña su propio papel", indicó.
Francisco criticó a quienes quieren seguir los "caminos trágicos de la guerra", lanzando a los países a "aventuras con inmensos costos humanos" y "masacres inútiles".
El Papa aludió a dos temas que han marcado su pontificado, "el cuidado de la creación y la fraternidad", pidiendo ayuda para "las naciones más desfavorecidas".
Lamentablemente, debemos constatar el resurgimiento, incluso en el continente europeo, de rupturas y enemistades que, en lugar de resolverse sobre la base de la buena voluntad mutua, las negociaciones y el trabajo diplomático, desembocan en hostilidades abiertas, con sus consecuencias de destrucción y muerte".
"Que Luxemburgo, con su peculiar historia, con su igualmente peculiar situación geográfica y con poco menos de la mitad de sus habitantes procedentes de otras partes de Europa y del mundo, sea una ayuda y un ejemplo para mostrar el camino a seguir en términos de acogida y integración de migrantes y refugiados", añadió.
El Evangelio de Jesucristo es el único que puede transformar profundamente el alma humana, haciéndola capaz de hacer el bien incluso en las situaciones más difíciles, de extinguir el odio y de reconciliar a las partes en conflicto".
Antes de abandonar el edificio, el Papa saludó a algunas autoridades y firmó el libro de honor.
FUENTE: aica.org