"¡Todos tenemos discapacidades!", expresó el Papa Francisco, al dar la bienvenida a los ministros y delegados que participaron en el primer G7 dedicado al tema de la discapacidad, que se celebró en Umbría (Italia) del 14 al 16 de octubre. En ese contexto, el pontífice recordó la necesidad de incluir en la sociedad a todas las personas, especialmente a las personas discapacitadas o "capaces de otro modo".
Frente a "la cultura del rechazo", dar un lugar a todos "no es una cuestión de asistencia, sino de justicia y respeto a la dignidad", apeló el Santo Padre.
La audiencia tuvo lugar al término de una cumbre de tres días en la región de Umbría, en el centro de Italia, que concluyó el miércoles con la firma de la "Carta de Solfagnano". Este texto expresa un fuerte compromiso en favor de la integración de las personas con discapacidad, estableciendo ocho prioridades para garantizar su plena participación en la vida social, política y económica.
Esos principios, dijo el Papa, no sólo resuenan profundamente en sintonía con la visión de la Iglesia sobre la dignidad humana, sino que también son fundamentales para dar forma a una sociedad que valore a cada individuo como parte de la familia humana universal.
Luego, compartió una anécdota: "Una vez, hablando de personas con discapacidad, alguien me dijo: 'Ten cuidado, porque todos tenemos alguna'. Todos: es verdad".
Una prioridad mundial
En su discurso, el Obispo de Roma instó a la comunidad internacional a priorizar la inclusión de las personas con discapacidad, recordando a todos los presentes que su igual dignidad debe ser reconocida universalmente.
"Crear un mundo inclusivo", señaló, "requiere no sólo adaptar las estructuras, sino también cambiar las mentalidades, aun antes de pedir la accesibilidad universal, garantizando que se eliminen todas las barreras físicas, sociales, culturales y religiosas para que las personas puedan desarrollar sus talentos y contribuir al bien común, independientemente de su etapa de vida".
Por la justicia
El Santo Padre subrayó que la prestación de servicios e instalaciones para las personas con discapacidad no es sólo un acto de asistencia social, sino una cuestión de justicia. Todas las naciones, dijo, tienen la responsabilidad de crear comunidades inclusivas, que promuevan el desarrollo integral de cada persona. Reiteró, asimismo, la importancia vital de ofrecer oportunidades de empleo digno y de participación en actos culturales y deportivos, advirtiendo que excluir a alguien de cualquiera de estos ámbitos es "una forma grave de discriminación".
La tecnología como herramienta
El Sucesor de san Pedro también destacó el papel de la tecnología en el avance de la inclusión, subrayando que debe hacerse accesible a todos. Sin embargo, advirtió que la tecnología debe usarse con sabiduría, para superar las desigualdades en lugar de profundizarlas. "La tecnología debe orientarse hacia el bien común", dijo, "y ponerse al servicio de una cultura del encuentro y la solidaridad".
Tiempos de crisis
Para concluir su discurso, Francisco destacó las urgentes crisis humanitarias, que afectan desproporcionadamente a los más vulnerables, incluidas las personas con discapacidad. Subrayó la necesidad de un sistema integral de prevención y respuesta de emergencia, adaptado a las necesidades específicas de las personas con discapacidad, para garantizar que nadie se quede atrás en tiempos de conflicto o desastre natural.
Por último, recordando el espíritu de San Francisco de Asís, el Papa animó a los participantes del G7 a continuar su trabajo con un sentido de esperanza y compromiso. "Juntos", concluyó, "podemos construir un mundo en el que la dignidad de cada persona sea plenamente reconocida y respetada".
FUENTE: aica.org