Francisco, en el Ángelus: 'Las bienaventuranzas, el camino hacia la santidad'

El Papa invitó a mirar a los santos, a los que definió como "personas llenas de Dios" y destacó a figuras contemporáneas como Maximiliano Kolbe, la Madre Teresa de Calcuta o el arzobispo Óscar Romero.

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En la solemnidad de Todos los Santos, el Papa Francisco, en el rezo del Ángelus, aludió al Evangelio de san Mateo leído hoy, en el que Jesús proclama las bienaventuranzas, "el carné de identidad del cristiano y el camino hacia la santidad", como recordaba el mismo pontífice en la exhortación apostólica Gaudete et exsultate.

El pontífice explicó que las palabras de Jesús en ese pasaje "nos muestran un camino, el camino del amor, que Él mismo recorrió primero, haciéndose hombre, y que para nosotros es, a la vez, un don de Dios y nuestra respuesta".

"Pedimos a Dios que nos santifique, que haga nuestro corazón semejante al suyo", rogó el Papa, citando a continuación al beato Carlo Acutis: "Para que haya siempre menos de mí para dejar espacio a Dios".

El Papa señaló también que la segunda clave del Evangelio de hoy es "nuestra respuesta", y afirmó: "El Padre celestial nos ofrece su santidad, pero no nos la impone". 

"La siembra en nosotros, nos hace gustarla y ver su belleza, pero luego espera y respeta nuestro 'sí'. Nos deja la libertad de seguir sus buenas inspiraciones, de dejarnos implicar en sus proyectos, de hacer nuestros sus sentimientos, poniéndonos, como nos enseñó, al servicio de los demás, con una caridad cada vez más universal, abierta y dirigida a todos, al mundo entero", subrayó.

"Todo esto lo vemos en la vida de los santos, incluso en nuestro tiempo", señaló Francisco, y mencionó a "san Maximiliano Kolbe, que en Auschwitz pidió ocupar el lugar de un padre de familia condenado a muerte"; o "en santa Teresa de Calcuta, que gastó su existencia al servicio de los más pobres entre los pobres"; o "en el obispo san Óscar Romero, asesinado en el altar por haber defendido los derechos de los últimos contra los abusos de los matones".

"En ellos, como en tantos otros santos -a los que veneramos en los altares y a los de 'al lado', con los que convivimos cada día-, reconocemos a hermanos y hermanas modelados por las bienaventuranzas:  pobres, mansos, misericordiosos, hambrientos y sedientos de justicia, artífices de paz", expresó 

Francisco sostuvo que "son personas 'llenas de Dios', incapaces de permanecer indiferentes ante las necesidades del prójimo; testigos de caminos luminosos, que también son posibles para nosotros".

El pontífice finalizó su reflexión con algunas preguntas: "¿Le pido a Dios, en la oración, el don de una vida santa? ¿Me dejo guiar por los buenos impulsos que su Espíritu suscita en mí? ¿Me comprometo personalmente a practicar las Bienaventuranzas del Evangelio, en los ambientes en los que vivo?".

FUENTE: aica.org