En una "carta sobre la renovación del estudio de la Historia de la Iglesia", publicada este jueves 21 de noviembre, el Papa Francisco destaca la urgencia de que los estudiantes de teología profundicen en "una verdadera sensibilidad histórica", y los insta a deshacerse de distorsiones ideológicas, transmitidas en particular por las redes sociales.
Se trata, en definitiva, de una invitación a redescubrir las raíces de la Historia de la Iglesia, para comprender mejor su relación con el mundo contemporáneo.
En efecto, en esta densa carta de nueve páginas, el Papa afirma inmediatamente su objetivo: arrojar luz sobre la importancia del estudio de la Historia de la Iglesia en la formación de los sacerdotes y otros agentes pastorales. Como ya hizo el verano pasado al recordar la importancia de la literatura, esta vez es la Historia la que está en el centro de su reflexión. La ambición de este texto, precisa Francisco, es sobre todo "una invitación a promover una verdadera sensibilidad histórica entre los jóvenes estudiantes de Teología".
Pero es también, ante todo, un llamamiento a la Historia, en el sentido amplio que el Santo Padre desarrolla en esta carta: "Nadie puede saber realmente quién es y qué quiere ser mañana, sin alimentar el vínculo que lo une a las generaciones que lo precedieron".
Para el Papa, es importante no reducir nuestra relación a una Historia que sea "sólo la memoria personal de hechos vinculados al interés personal o a las emociones, sin ningún vínculo real con la comunidad humana y eclesial en la que vivimos".
Mirando una Iglesia que aprendió de sus caídas
"Una correcta sensibilidad histórica ayuda a cada uno de nosotros a tener un sentido de la proporción, un sentido de la medición y una capacidad de comprender la realidad sin abstracciones peligrosas e incorpóreas, tal como es y no como la imaginamos, o como nos gustaría que fuera" explica Francisco.
"Podemos así forjar una relación con la realidad que exige responsabilidad ética, compartir y solidaridad". Esta sensibilidad "correcta" de la que habla el Santo Padre implica, en primer lugar, romper con una visión a veces demasiado angelical de la Historia de la Iglesia. Sin embargo, "debemos amar a la Iglesia, como a una madre, tal como es; de lo contrario, no la amamos en absoluto, y sólo amamos un fantasma de nuestra imaginación", escribe. Así, continúa Francisco, "la historia de la Iglesia nos ayuda a mirar a la Iglesia real, para poder amar a esta Iglesia que existe verdaderamente y que ha aprendido y sigue aprendiendo de sus errores y de sus caídas".
En la mente de Francisco, esta relación con la Historia permite a la Iglesia pensarse a sí misma de otra manera. Según él, se trata pues de romper con "este terrible enfoque, que nos hace comprender la realidad únicamente a partir de la defensa triunfalista de nuestra función o de nuestro papel". Un enfoque, precisa, que ya desarrolló en su encíclica Fratelli Tutti.
Renovar nuestra sensibilidad histórica
"De manera más general, hay que decir que hoy todos nosotros -y no sólo los candidatos al sacerdocio- necesitamos renovar nuestra sensibilidad histórica", escribe además el pontífice en su carta. La importancia de conectarnos con la Historia debe reafirmarse redescubriendo qué tipo de historia favorecemos.
"Para comprender la realidad, es necesario situarla en la diacronía, mientras que la tendencia dominante es confiar en lecturas de los fenómenos que los aplanan en sincronía: en definitiva, en una especie de presente sin pasado", dice el Santo Padre.
Para Francisco, "la necesidad de una mayor sensibilidad histórica es más urgente en un momento en el que se tiende a querer prescindir de la memoria o a construir una adaptada a las exigencias de las ideologías dominantes".
"Hoy tenemos una avalancha de recuerdos, a menudo falsos, artificiales, incluso engañosos, y al mismo tiempo una ausencia de historia y de conciencia histórica en la sociedad civil, e incluso en nuestras comunidades cristianas".
El Papa advierte así contra el desarrollo de memorias también "a menudo falsas, artificiales, incluso engañosas", y critica enérgicamente "las historias prefabricadas, cuidadosas y secretas, que sirven para construir memorias ad hoc, memorias de identidad y memorias de "exclusión". Por el contrario, subraya, "el papel de los historiadores y el conocimiento de su obra son hoy decisivos y pueden ser uno de los antídotos para luchar contra este régimen mortífero de odio, que se basa en la ignorancia y los prejuicios".
Contra el relato hecho por las redes sociales
La realidad, pasada o presente, "nunca es un fenómeno simple que pueda reducirse a simplificaciones ingenuas y peligrosas", señala Francisco, que advierte contra los juicios históricos emitidos por los medios de comunicación y las redes sociales, a veces por intereses políticos, cuyo riesgo es exponernos "a la irracional oleada de ira o emoción".
En su carta, el Papa recuerda también que la historia de la Salvación es la de la Iglesia, una Iglesia "que no ignora la distancia entre el mensaje que revela y la debilidad humana de aquellos a quienes se confía este Evangelio". "Cualquiera que sea el juicio de la historia sobre estos fracasos, debemos ser conscientes de ellos y combatirlos vigorosamente, para que no perjudiquen la difusión del Evangelio", invita.
Francisco insta así a no olvidar el recuerdo de los momentos oscuros de la Historia, citando en particular el de la Shoah o los bombardeos de Hiroshima o Nagasaki, o incluso las persecuciones, el tráfico de esclavos o las masacres étnicas.
"Hoy es fácil caer en la tentación de pasar página, diciendo que ha pasado mucho tiempo y que hay que mirar hacia adelante. ¡No, por el amor de Dios! Nunca progresamos sin memoria, no evolucionamos sin una memoria completa y luminosa", señala con contundencia. Para el Papa, la búsqueda de la verdad histórica, así como el trabajo de la memoria, son necesarios para que la Iglesia pueda iniciar "caminos sinceros y eficaces de reconciliación y paz social".
Enseñar la historia de la Iglesia
El Santo Padre desarrolla, a continuación, varias consideraciones sobre el estudio de la historia de la Iglesia. En primer lugar, advierte contra "un enfoque puramente cronológico, o incluso una orientación apologética errónea, que transformaría la Historia de la Iglesia en un simple soporte para la historia de la teología o de la espiritualidad de los siglos pasados".
Luego, hace una segunda observación al respecto: "La historia de la Iglesia enseñada en todo el mundo parece sufrir de un reduccionismo generalizado, con una presencia aún subsidiaria en relación con una teología, que luego se muestra a menudo incapaz de entrar verdaderamente en diálogo con la realidad viva y existencial de los hombres y mujeres de nuestro tiempo", señala.
Francisco también lamenta que, en la formación de los futuros sacerdotes, la atención a las fuentes siga siendo a veces insuficiente, e invita a quienes se forman pastoralmente a desarrollar su pasión por la Historia, del mismo modo que la desarrollan por la teología.
El Papa aboga por una educación católica sin ideologías
El Papa espera también que la historia de la Iglesia dé cabida a aquellos "que no han sabido hacer oír su voz a lo largo de los siglos", y plantea la siguiente pregunta: "¿No es un campo de investigación privilegiado, para el historiador de la Iglesia, resaltar lo más posible el rostro popular de los últimos, y reconstruir la historia de sus derrotas y de las opresiones que sufrieron, pero también de sus riquezas humanas y espirituales, ofreciendo herramientas para comprender los fenómenos de marginalidad y exclusión del día de hoy?".
Francisco recuerda finalmente que cultivar la Historia de la Iglesia ayuda a redescubrir su experiencia de martirio, y que la historia de su sufrimiento es también su fecundidad: "Es aquí precisamente donde la Iglesia no ha triunfado a los ojos del mundo, a pesar de lo cual alcanzó su mayor belleza".
El Obispo de Roma concluye su carta con una última advertencia en nuestra relación con la Historia, extraída de un discurso pronunciado en 2017 ante estudiantes y profesores, en Bolonia : "Éste es su gran deber: responder a los estribillos paralizantes del consumismo cultural, mediante dinámicas y fuertes opciones, con investigación, conocimiento e intercambio".
FUENTE: aica.org