"Si descuida la dignidad humana, la medicina corre el riesgo de prestarse a los intereses del mercado y de la ideología", en lugar de "dedicarse al bien de la vida naciente, de la vida que sufre, de la vida indigente. El médico existe para curar del mal: ¡siempre debe curar! Ninguna vida debe ser descartada".
La persona debe ser tratada "en su totalidad, no sólo una parte", con "cercanía, compasión y ternura". Así lo recordó el Papa Francisco a la delegación del Departamento de Odontología de la Universidad de Nápoles "Federico II", compuesta por ochenta personas, que fueron recibidas el 29 de noviembre en la Sala Clementina, con motivo del 800° aniversario de la fundación de la universidad napolitana, una de las más antiguas del mundo.
El Papa reiteró la actualidad de la lección de Hipócrates y Escribonio: "Primum, non nocere; secundum, cavere; tertium, sanare" ("Ante todo, no dañar; después, cuidar; por último, sanar").
Asimismo, aclaró que no hacer daño significa "no añadir daño y sufrimiento a lo que el paciente ya está experimentando".
Cuidar es la acción evangélica por excelencia, la del buen samaritano; pero debe hacerse con "el estilo de Dios". ¿Cuál es el estilo de Dios? Cercanía, compasión y ternura.
Palabras que Francisco vinculó a su experiencia personal como joven enfermo en la Argentina: "Recuerdo cuando, a los veinte años, me sacaron parte del pulmón que estaba enfermo. Sí, me dieron las medicinas, pero lo que más fuerza me dio fue la mano de las enfermeras que, después de ponerme las inyecciones, me tomaban de la mano... ¡Esa ternura humana hace tanto bien! Cuidar...".
Finalmente, "sanar": para el pontífice es lo que lleva al médico a "asemejarse a Jesús, que curaba todo tipo de enfermedades y dolencias entre la gente".
También subrayó que la tecnología, que se desarrolla rápidamente en medicina, uniéndose a la "sabiduría clásica", nunca debe prescindir de la deontología: "De lo contrario, se estaría descuidando la dignidad humana, ¡que es igual para todos! La medicina corre el riesgo de prestarse a los intereses del mercado y de la ideología, en lugar de consagrarse al bien de la vida naciente, de la vida sufriente, de la vida indigente. El médico existe para curar del mal: ¡siempre curar! No hay que descartar ninguna vida. ¡Siempre hay que curar! 'Pero éste no sobrevivirá...'. Acompáñalo de todas maneras hasta el final".
Esos son, para el Papa, los principios de "una ciencia siempre al servicio de la persona".
FUENTE: aica.org