Aunque ahora su nombre es sinónimo de sandwiches de miga, y cada día llega gente de la Ciudad de Buenos Aires y todo el conurbano, e incluso de Entre Ríos, para probar sus más de 30 variedades, la panadería Lucca transitó más de la mitad de su historia vendiendo solo pan. Y eso representa muchísimo tiempo ya que lleva 147 años funcionando en la misma esquina de Luján: en Moreno y Lavalle, cuando esas calles aún no se llamaban así, y la basílica ni siquiera había comenzado a construirse.
Sucedió que en los inicios del negocio, el más antiguo en su rubro de todo el país, no se habían popularizado los productos de confitería. Por eso los vecinos llegaban a comprar el pan. Las facturas llegaron en la década del 50 y los populares triples recién ganaron terreno en las mesas familiares a mediados de los ‘90.
Cuentan que fue allá por 1875 que Angelo Lucca, un inmigrante proveniente de la Lombardía italiana, llegó a la Argentina con intención de instalarse a Las Flores. Pero se obró un milagro, parecido al que dejó la imagen de la Virgen al cuidado del Negrito Manuel, porque el hombre se aquerenció en Luján y empezó a repartir casa por casa el pan que hacía con sus propias manos.
Uno de sus primeros clientes fue el ex presidente Bartolomé Mitre quien se encontraba preso en el Cabildo de Luján tras haberse sublevado contra Nicolás Avellaneda. Después de Ángel, vinieron sus hijos Luis y Pablo y luego sus nietos: Marne, Luis y Amilcar. Ahora el negocio está en manos de la quinta y la sexta generación, todos descendientes directos de Ángel: Fernando y sus hermanas Alejandra y Andrea Lucca; Marcos y su hermano Santiago Scorzato, hijos de Elsa Lucca, y Celsa Lucca, hija de Amilcar, nieto del fundador. Pero las nuevas generaciones ya se preparan: Vicente y José Campos, hijos de Andrea y en el semillero están Pedro (de tres años), hijo de Marcos y Benjamín (recién nacido), hijo de Santiago.
Las décadas pasaron pero todavía conservan ciertas tradiciones como donar todo lo que no se vendió en el día a distintas instituciones como Cáritas Luján y elaborar los bizcochos Lucca, rociados con anís y tostados en el horno, cuya receta Don Ángel había traído de Italia. “Al abuelo Luis le molestaba que los clientes le pidiesen los Bizcochos Canale ya que él decía que eran los Bizcochos Lucca”, recuerda Marcos Scorzato, a cargo de la panadería hace más de diez años.
El hombre, que curiosamente no come harinas, confiesa que desconoce las técnicas del amasado, pero con el resto de los socios y los 32 empleados se reparten las tareas. El trabajo en la “cuadra” empieza a las 3 de la mañana y el negocio no baja la persiana hasta las 20.30.
El ritual se repite 362 días del año porque la confitería permanece cerrada solo el 1° de Mayo, el 25 de Diciembre y el 1° de Enero. “Muchas veces, igual terminamos viniendo los socios,en esos días, con alguno de los empleados que prefiere trabajar y cobrar el feriado”, asegura Scorzato.
Al local entran cada día unas 600 personas a llevar los productos elaborados por unos 500 kilos de harinas de diversas clases. Salen transformados en panes, bizcochos, cremonas, facturas, tortas y los tradicionales sandwiches. “Son increíbles. Los mejores que probé”, dice en la cola del local una clienta. “”En realidad. todo lo que venden es rico, así que llevo un poco de cada cosa”, reafirma otra.
FUENTE: telam.com.ar